La Guerra Hispano-Estadounidense, que en España es conocida popularmente como desastre del 98 o Guerra de Cuba (incorrectamente llamada también Guerra Hispano-Americana) y en
Cuba como Guerra Hispano-Cubana-Norteamericana, se desató entre
España y los
Estados Unidos de América en
1898, durante la regencia de
María Cristina, viuda del rey
Alfonso XII, desembocó en la pérdida de las colonias de ultramar y vino a significar el fin del otrora poderoso
Imperio Español.Así, en la
Conferencia de Berlín de
1884 las potencias europeas decidieron repartirse sus áreas de expansión en el continente africano, con el fin de no llegar a la guerra entre ellas. Otros acuerdos similares delimitaron zonas de influencia en
Asia y especialmente en
China, donde se llegó a diseñar un plan para desmembrar el país, que no podría llevarse a cabo al desatarse la
Primera Guerra Mundial.A esto se añade el nacimiento del sentimiento nacional en
Cuba influido por las revoluciones francesa y americanas, el nacimiento de una burgesía local y las limitaciones políticas y comerciales impuestas por
España que no permitía el libre intercambio de productos, fundamentalmente
azúcar de caña, con los EE.UU. y otras potencias.La escalada de recelos entre los gobiernos de EEUU y España fue en aumento, mientras en la prensa de ambos países se daban fuertes campañas de desprestigio contra el adversario.Por su parte, los españoles, que no tenían ninguna duda de la intención de EEUU por anexionarse la isla, dibujaban a unos hacendados avariciosos y arrogantes, sostenidos por una nación de ladrones indisciplinados, sin historia ni tradición militar, a los que España debería darles una lección.El de
Cuba no era el primer conflicto internacional desatado por el control de las colonias españolas. En
1885, el
Imperio Alemán intentó extender su dominio sobre el noreste de
Papúa a las Islas Carolinas, donde se preveía establecer un protectorado debido a su valor estratégico. En
Cuba la situación militar española era complicada. Los
mambises, dirigidos por
Antonio Maceo y
Máximo Gómez, controlaban el campo cubano quedando sólo bajo control colonial las zonas fortificadas y las principales poblaciones. Se supone que alrededor de 200.000 cubanos murieron a causa de ellas.
[Con la excusa de asegurar los intereses de los residentes estadounidenses en la isla, el gobierno estadounidense decidió el envío a La Habana del acorazado de segunda clase
Maine. El viaje era más bien una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España, que se mantenía firme en el rechazo de la propuesta de compra realizada por los Estados Unidos sobre Cuba y Puerto Rico. El
25 de enero de 1898, el Maine hacía su entrada en La Habana sin haber avisado previamente de su llegada, lo que era contrario a las prácticas diplomáticas tanto de la época como actuales. En correspondencia a este hecho, el gobierno español envió al crucero
Vizcaya al puerto de
Nueva York. A pesar de lo inoportuno de la visita, las autoridades locales españolas trataron con toda amabilidad a la tripulación estadounidense.
Sin embargo, a las 21:40 del
15 de febrero de 1898, una explosión ilumina el puerto de La Habana. El Maine había saltado por los aires. De los 355 tripulantes, murieron 254 hombres y 2 oficiales. El resto de la oficialidad disfrutaba, a esas horas, de un baile dado en su honor por las autoridades españolas.España negó desde el principio que tuviera algo que ver con la explosión del Maine, pero la campaña
mediática realizada desde los
periódicos de William Randolph Hearst, hoy día el Grupo Hearst, uno de los principales imperios mediáticos del mundo, convencieron a la mayoría de los estadounidenses de la culpabilidad de España. Desde las primeras investigaciones de los hechos se vio, como tesis más fundamentada, que la explosión había sido de dentro a fuera y no al revés, lo que apuntaba a un accidente en el propio buque.Las tropas de Estados Unidos rápidamente arribaron a Cuba y cuando estaban siendo derrotadas en la batalla terrestre, la
Armada de los Estados Unidos destruyó dos flotas españolas, una en la bahía de
Manila, en Filipinas, y otra en la
Batalla naval de Santiago de Cuba. El gobierno español pidió en julio negociar la paz.
Santiago de Cuba se rindió el
16 de julio. Cifras conservadoras estiman los fallecidos en la campaña, que culminó con la toma de Santiago, en alrededor de 600 por la parte española, 250 por la estadounidense y 100 por la cubana.